Arranca y después vuela.

Ya estás en el aeropuerto, todo está preparado para ese viaje que tanto has soñado, esa playa paradisíaca te está esperando y tú, a punto de montarte en el avión. ¡En nada estarás volando!

Es obvio entender que para que tu vuelo despegue – obviamente contigo leyendo esa revista tan «interesante» de abordo – un montón de situaciones han tenido que producirse y nosotros, o nuestro entorno, hemos propiciado. Primero, hemos manifestado nuestra decisión de viajar. Hemos buscado en infinidad de páginas el vuelo más cómodo y barato. Nuestra pareja ha encontrado el mejor hotel. Los abuelos se han ofrecido a quedarse a los niños durante esos tres días. Visto así, nos damos cuenta de que un hecho tan sencillo como es viajar se compone de una gran cadena de acontecimientos y acciones. ¡Guau!

Para llegar a volar, tenemos que hacer muchas cosas antes

Ese viaje es sólo un ejemplo de como una pequeña acción es el desencadenante de múltiples sucesos y con ellos podremos llegar a volar. En nuestro día a día podemos dejar de luchar por un enorme número de deseos, sólo por el hecho de esperar que otros sean los que arranquen para que nosotros vayamos directos al vuelo.

Como normal general, todas aquellas situaciones donde más de una persona, o grupo, necesitan actuar para conseguir llegar a un objetivo, o al menos para progresar, nos solemos estancar con la excusa de que nadie está avanzando. Muchas veces nos excusamos en que no es tu prioridad ya que no es la de los demás tampoco – típica excusa de trabajo. Otras veces creemos que no somos nosotros los que debemos iniciar el proceso. Independientemente de la situación, no estamos dirigiéndonos a nuestro objetivo, estamos parados.

Isaac Newton

A toda acción le sigue una reacción

Newton formuló numerosas teorías y fue un personaje clave en la ciencia. Su tercera ley expresa que si un cuerpo actúa sobre otro ejercicendo una acción, este reacciona ejerciendo otra acción, llamada reacción. Ciencia, pero ¿esto también ocurre con las personas? Estamos de suerte, también lo encontramos en nuestra sociedad, aunque Newton precisamente no estaba pensando en ello.

Como ha pasado en nuestro viaje, el entorno reaccionó tras las acciones que llevamos a cabo. Una vez que la máquina ha empezado a andar, el resto de acciones comienzan a suceder, generando prioridad y actuación tanto para nosotros como para el resto de partes implicadas. Aquel objetivo con tus amigos, del que tanto tiempo has hablado pero que nunca habéis iniciado, sólo necesita una cosa, arrancar. ¿Porqué no lo haces? Todo necesita ese primer empujón, que muchas veces es complicado, para activar lo que le rodea y conseguir la velocidad adecuada. ¿O qué me dices de aquella idea en el trabajo para ser un poquito mejores? ¡Actúa! sé el detonante. No vas a estar solo. Tus compañeros estarán contigo tan pronto tomes la primera acción.

Tenemos que evitar no actuar con aquellos objetivos que nos hemos propuesto o que nos gustaría conseguir, solamente porque hay más partes implicadas y estamos esperando a que arranquen. Una acción implicará una reacción, esa reacción generará otras. Y así, paso a paso, lo lograras. Lo lograréis.

Asique, olvídate de esperar y actúa. Si algo quieres, inícialo. Solo así… llegarás a volar.

Responder a Anónimo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba