Tranquilidad en los tiempos del coronavirus ¿psicosis social o preocupación real?

Cierre de centros educativos, centros de mayores, colapso de los servicios de salud públicos, cese de actividades de deporte y ocio… En estos días del coronavirus vivimos una situación de caos, social y psicológico. ¿Cómo afecta esta situación a nuestra psique?

Siempre que hay algún problema de salud es motivo de preocupación, lógico, cuando es nuestro bienestar el que está en juego, no nos lo pensamos dos veces. Pero si, además, es un tema de salud mundial, con más razón. Cualquier situación que ponga en peligro nuestro equilibrio, da igual físico que psicológico, supone una amenaza y frente a las amenazas se desata claramente una emoción: el miedo.

Miedo a enfermar, miedo al sufrimiento de los síntomas y, sobre todo, miedo a lo desconocido. La gripe causó en nuestro país el año pasado un total de 6.300 muertes, un 1,2% de toda la población. El coronavirus no llega a esa mortalidad, a día de hoy y según datos oficiales de la OMS, se han registrado 4.012 muertes en todo el mundo, en España hay 1.024 casos y 28 muertes de personas con coronavirus, que no tienen porqué ser muertes «por coronavirus» necesariamente.

Datos de la OMS actualizados a fecha 10/03/2020

Probablemente, en este mismo momento, muchos de los lectores estén empezando a ponerse «nerviosos» con tanto peligro y tanta palabra de amenaza. ¿Sugestión? ¿contagio emocional? el caso es que forma parte del mecanismo del miedo, estar rodeado constantemente de aspectos que tengan que ver con ese miedo no ayuda, la sobre-información puede generar estragos, entre ellos la saturación.

El miedo es libre e irracional, lo mismo le da 1 que 10 que 100, simplemente aparece ante la sensación de amenaza (real o no), se instala y pone en marcha un mecanismo (la ansiedad) en el que intercalamos preocupaciones varias con síntomas físicos de agitación. Un mecanismo que funciona en bucle y que nos hace elevar la alerta, para evitar peligros inminentes (reales o no) y dar soluciones. El fin último del miedo es protegernos, sobrevivir a los peligros y ponernos a salvo. Cuando la situación es social y hay mucha gente involucrada, en esta ocasión es mundial (ahí es nada…), el miedo se generaliza, sincronizamos nuestros estados psicológicos debido al «contagio emocional» y ya no es miedo… ahora es pánico. Todo esto genera una situación de psicosis social, donde la información es filtrada de manera incorrecta, haciendo caso omiso de todo lo que no tenga que ver con coronavirus, infecciones y muertes.

Ese sesgo que genera la alerta hacia información que tenga que ver con el objeto (o situación) de miedo, se ve alimentado por el sensacionalismo (fotos de cadáveres en las calles de Wuhan, imágenes de enfermos ingresados en hospitales…), que no aportan ninguna información valiosa, sino que alimentan el pánico general. Así que seguimos sumando ingredientes en esta receta tan complicada.

Las medidas preventivas son necesarias, aunque quizá lleguen un poco tarde, pero también dan miedo y generan caos. Porque en esa escalada mental hacia el coronavirus partimos del cierre de colegios y lugares con afluencia de mucha gente, y terminamos en un episodio digno de cualquier película que hable del fin del mundo. Así funcionamos. Aparece un atisbo de preocupación y nuestra mente pone el piloto automático para desvariar e imaginarse las más variopintas situaciones, y cuanto más escabrosas mejor. Cuantos más escenarios tenga en cuenta más soluciones podrá pensar. Y ya da igual que salgan profesionales de la sanidad intentando calmar a la sociedad, o que envíen comunicados aludiendo a la calma y tranquilidad de la población, el miedo se ha instalado para quedarse. En nuestra mano está decidir por cuanto tiempo.

Podemos tomarlo a la tremenda o, en el otro extremo, intentar que no nos afecte, lo cual no es posible porque las situaciones nos afectan de una manera u otra. Lo más útil es no dejarnos llevar por el pánico, intentar bajar la intensidad de las señales del cerebro emocional que nos envía mensajes de alerta y pensar de manera más racional. Acudir todos en masa a hacer la compra como si llegara el fin del mundo no nos sirve de mucho, total, si al final es verdad que se acaba no vamos a necesitar tantos kilos de comida… Mente fría todo lo que se pueda, atender a los consejos de prevención e intentar no dejarnos llevar por la psicosis social. El ser humano ha llegado hasta el día de hoy superando muchas situaciones de pánico que son aprendizajes necesarios, pensemos que esta será una de tantas e intentemos ser un poco más positivos frente a la adversidad.

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