Bienvenido «no»

Hacia los 15 meses aparece en la vida de muchas familias el temido «no». Los peques empiezan a responder a todo con la negativa lo que, en ocasiones, pone muy nervisosos a los papás ¿Qué podemos hacer cuando nuestros peques empiezan a utilizar el «no» para responder a cualquier petición que les hagamos? ¿Cómo hacemos para no caer en el uso indiscriminado de la negativa y que no crezcan en un ambiente prohibitivo?

Muchas veces el pensamiento de que decimos demasiadas veces «no» a nuestros hijos/as ronda nuestras mentes y se ve confirmado cuando esa misma palabra aparece en su boquita a diestro y siniestro. La realidad es que para aprender a decir «si» primero debe aparecer el «no» y que, en un inicio, el uso es indiscriminado y a manera de prueba. Es decir, responden ante cualquier pregunta que no y luego observan las consecuencias, hasta que consiguen aprender a utilizarlo a su voluntad. Una de las maneras de aprender es viendo a nuestros padres hacer cosas (modelado), asique el aprendizaje del «no» también se transmite de esta manera. Puede ser que en un principio, atendiendo a un objetivo de protección de nuestros hij@s, utilicemos la negativa varias veces al día a modo de prevención de accidentes y porque los peques son muy curiosos y todo lo quieren experimentar, especialmente aquellas situaciones que ponen en peligro su integridad física. Es importante tener en cuenta algunos aspectos de cara al correcto aprendizaje del «no», ya que un ambiente demasiado prohibitivo trabaja en contra de la autonomía de nuestros hij@s, generando inseguridades y que no exploren de una manera consciente.

  • Cada vez que digamos que «no» a alguno de sus comportamientos debemos darle una alternativa, si se quedan solo con la negativa las ganas de realizar la conducta no desparecerán, y vendrán más intentos. Con una alternativa redirigimos su conducta hacia una opción que consideremos más beneficiosa y ell@s podrán experimentar igualmente.
  • Los aprendizajes, en líneas generales, son repetitivos, una de las creencias más habituales en la educación de los hijos es que son «muy obstinados y cabezotas». La perseverancia es una herramienta fundamental, no conseguimos todo lo que nos proponemos a la primera por lo que, si no insistiéramos la mayoría de las veces nos quedaríamos sin obtenerlo. Esta insistencia la tenemos que aplicar también cuando nosotros enseñamos a nuestros hij@s, junto con la paciencia. Es bastante complicado que nos hagan caso a la primera, ni a la segunda, ni a al tercera… Con lo cual, lo más habitual es tener que repetir la misma negativa varias veces hasta que los peques se dan por enterados, incluso no es extraño que se den situaciones en las que se acercan a ese cajón que saben que «no» pueden abrir o ese lugar en el que no pueden tocar agitando la cabeza, diciendo que no con el dedito y, aún así, hagan lo que no deben. Aquí hablamos de la necesidad de probar los límites (y la paciencia) de los papás, el aprendizaje de lo que no pueden hacer está consolidado, pero tienen la necesidad de ver hasta donde se les permite, forma parte del juego, pero esa es otra etapa.
  • Otra opción cuando hay mucha insistencia y los padres empezamos a perder los nervios es redirigir su atención hacia otra actividad u objeto. Proponerle jugar con otra cosa, a otro juego, o simplemente cambiar de ambiente (ir a otra habitación, salir a dar un paseo…). Son soluciones a las que podemos recurrir cuando la insistencia infantil y la impaciencia adulta van de la mano. Si seguimos por el camino de negarnos ante su petición probablemente acabaremos mal.

Son pautas muy sencillas que pueden mejorar lo que puede llegar a convertirse en una situación un poco desesperante. ¡Dad la bienvenida al no con los brazos abiertos! Es una etapa que, como todas, será superada e integrada en el desarrollo de nuestros peques, intentemos ayudarles a que lo hagan de la mejor manera posible… y nosotros no morir en el intento.

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